Se plantean algunas conclusiones a partir de la experiencia como profesional en educación.

Gracias por sus aportes.




     A partir del aporte teórico dado por Grundy (1998), y posterior a la revisión detallada del planteamiento, es posible mencionar que, la práctica educativa desarrollada por mi persona se acerca al tipo de interés técnico.  Antes de revisar el material y contrastarlo con el accionar educativo, consideraba que podría acercarme al interés práctico, sin embargo, no existe en la práctica un énfasis en la acción sino en el producto.  Quisiera tomar unas líneas para indicar las razones de ubicar mi práctica educativa de esta manera.

     Al reflexionar sobre este punto, he encontrado elementos muy particulares, los cuales en muchas ocasiones los he pasado por alto en la dinámica del día a día.  Tal como lo indica Grundy (1998) al citar a Harris: “… todo esto da pie a una amplia racionalización, por la que los profesores pueden acabar como oficinistas… encargados de rellenar papeles…” (p. 55). Esa descripción ha calado en mi accionar: debo reconocer que, en ciertas ocasiones, he prestado más atención a los productos y al cumplimiento de requerimientos, que a mantener una participación activa, mediante la cual, puedan abrirse y mantenerse espacios (aunque el sistema no lo quiera permitir). 

     Al mismo tiempo, creo que he abusado de la metáfora de construcción (de manera errónea), y asumido la responsabilidad de procesos y resultados desde una perspectiva metodológica más que crítica.  En algunos momentos, mi labor puede haber tomado un segundo lugar ante los requerimientos de productividad establecidos.

     Quisiera tener otra argumentación, pero creo que el cambio inicia desde este punto.  No quiere decir que todo se vea desde un paisaje gris (existen acciones muy puntuales de enriquecimiento), pero si se trata de determinar una direccionalidad para mejorar, se ha de especificar el panorama predominante.

     Aunque me gustaría argumentar un énfasis en el interés emancipador, he de afirmar que, en ciertas ocasiones, se da la aplicación de ejercicios con respuestas predeterminadas.  En una aparente justificación por el tiempo, no se da la oportunidad de creación de significado y a la reflexión crítica.  No puedo afirmar desde la teoría un dominio absoluto del interés técnico pero si una supremacía.

     Ante todo lo anterior, cabe resaltar que existen acciones de cambio, pero que deben ser unificadas a partir de un replanteamiento de la práctica educativa implementada (como una reflexión de vida más que laboral).


     Indudablemente, existe una búsqueda por el cambio, en donde se pase del deseo al ser… y al ser más como lo apunta Freire.  Me gustaría acercar mi práctica al interés emancipador debido a considerar que el práctico tiene sus claras limitantes (por ejemplo, se desarrolla alrededor de la acción humana).

     ¿Por cual razón elegir el interés emancipador?, entre algunas de las razones puedo mencionar que creo en la creación conjunta entre docente y estudiante, y más aún, entre cada miembro de la comunidad educativa.  Me reta el planteamiento de Freire, en cuanto a trascender a una pedagogía crítica, en donde se dé sentido a las acciones y no sólo se responda a ellas de forma mecánica.  En esa búsqueda por no perder o por recuperar la belleza de las cosas… se evidencia un reto hasta de filosofía de vida.

     Este planteamiento va en la línea de preguntarme continuamente: ¿qué aprenderé de cada persona?  ¿Cual diálogo podemos crear? Elijo el interés emancipador en la búsqueda de actuar con otros y no sobre otros, donde se les reconoce como personas que brindarán algo nuevo a lo actual (al igual que yo puedo hacerlo) desde una perspectiva social.

     Antes de concluir esta autorreflexión crítica, quisiera compartir algunos cambios concretos que podría asumir en mi práctica cotidiana para acercarme al interés emancipador.  Tal como lo menciona Grundy (1998):”aumenta sin cesar el número de docentes que quieren dar mayor sentido a su labor” (p. 17).

     Puntualmente me permito destacar los siguientes cambios:

·         Mayor conocimiento del contexto social del centro educativo.
·         Ampliar espacios de autorreflexión. 
·         Hablar más en primera o segunda persona, y no tanto en la tercera (para fortalecer ese cambio de percepción de las personas como producto).
·         Ampliar los espacios para las respuestas creativas y no esquematizadas,  junto con la apertura de mayores espacios para el diálogo y la análisis crítico.
·         Reconocerme como participante del proceso educativo, y no como responsable directa de un producto.
·         Fortalecer los procesos de comunicación con cada miembro de la comunidad educativa.

“La emancipación sólo es posible en el acto de la autorreflexión (o sea, cuando el yo se vuelve sobre si mismo)” (Grundy, 1998, p. 35).

Referencia:
Grundy, S. (1998).  Producto o praxis del currículum.  Madrid:           Ediciones Morata.



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Referencia:

Grundy, S. (1998). Producto o praxis del currículum. Madrid:

Ediciones Morata.